Marco A. Gandásegui, h.
ALAI AMLATINA, 18/20/2008, Panamá.- El mundo observa a Hillary Clinton
y a Barack Obama, así como a John McCain y Mike Huckabee, buscando
recursos y presentándose ante el público en la campaña presidencial
norteamericana que culminará en noviembre de 2008. Todos fueron
sorprendidos después del martes de Carnaval electoral (Super Tuesday)
celebrado la semana pasada donde la senadora demócrata Clinton no pudo
imponerse a Obama y donde (el colonense) McCain se proclamó candidato
del Partido Republicano.
Cada cuatro años se desata una fiebre electoral en EEUU. En 2008, con
la misma pasión de siempre, la campaña política se organiza en torno a
la elección del nuevo presidente que asumirá el poder en enero de 2009.
Se calcula que las diferentes campañas tendrán un costo que, por primera
vez, suma más de mil millones de dólares. Quien le da seguimiento a la
campaña se percata que el éxito de un candidato depende de la capacidad
que tiene para recaudar fondos.
El que más recauda es el que tiene más probabilidades de ganar. La
mayor parte de los recursos salen de los cofres de las grandes empresas
financieras e industriales que dictan los contenidos de los debates.
Los candidatos, quienes le piden a sus seguidores que hagan
contribuciones individuales, responden a los intereses de los grandes
comités de acción política (PAC).
Los partidos políticos en EEUU – Demócrata y Republicano – se organizan
en torno a una amplia red formada por numerosos “comités” que se dedican
a recoger fondos. Según el sociólogo Maurice Duverger, el sistema de
comités políticos apareció en EEUU a principios del siglo XIX y todavía
tiene plena vigencia. Duverger señala que los “comités electorales” en
EEUU son los partidos políticos.
Los fondos invertidos en la campaña se recuperan gracias al “sistema de
despojos” que le garantiza al partido vencedor todos los puestos
públicos. Duverger compara la experiencia inglesa donde la corrupción
reforzó la estructura de los grupos parlamentarios con lo ocurrido en
EEUU donde consolidó los comités electorales.
Los partidos descansan sobre comités poco extensos, bastante
independientes unos de otros, generalmente descentralizados. No tratan
de multiplicar sus miembros ni de organizar grandes masas populares, más
bien pretenden agrupar personalidades. Su actividad está orientada
totalmente hacia las elecciones. El armazón administrativo del partido
es embrionario, el poder real usualmente está en manos de grupos
formados alrededor de un líder en el Congreso y la vida del partido
reside en la rivalidad de estos pequeños grupos.
Los partidos norteamericanos, para Duverger, son antes que nada
maquinarias electorales, que aseguran la designación de candidatos.
Cada partido reúne gentes de opiniones muy diferentes y de posiciones
sociales muy diversas.
El partido y su maquinaria es una empresa con sus gerentes y
especialistas técnicos. Se trata, en el fondo, de equipos de técnicos
que se especializan en la conquista de sufragios y de puestos
administrativos que provee el spoil system. Los técnicos a menudo se
pasan de un partido a otro. “Los capitanes ponen a menudo su
competencia al servicio del partido rival, como un ingeniero que cambia
de patrono”.
El candidato que tiene más recursos estará en mejores condiciones para
conquistar los comandos, los wards de las ciudades y los comités
oficiosos formados por los bosses y las machines a lo largo del país.
Se trata siempre de pequeños grupos de notables, cuya influencia
personal importa más que su número.
- Marco A. Gandásegui, hijo, es Profesor de la Universidad de Panamá e
investigador asociado del CELA.
Más información: http://alainet.org
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