martes, 12 de agosto de 2008

Se reparten el Ártico

El calentamiento global está acabando con las capas de hielo sobre el Polo Norte. Los más pesimistas creen que este mismo año desaparecerá. Otros dicen que en 2015. Pero, ¿qué importa? ¡Hay grandes depósitos de petróleo y gas y no hay marco legal! Los países ya se están preparando para repartirse el botín y explotar sus riquezas.

6 de julio de 2008.-Los osos polares se quedarán sin hielo bajo sus patas en menos de una década. El actual calentamiento del Polo Norte (0,4 grados centígrados cada decenio) diluirá el enorme casquete ártico hasta dejarlo del tamaño de un cubito de hielo alrededor de 2015, según el científico Carlos Duarte, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (del CSIC y la Universidad de as Islas Baleares).
Duarte presentó en Madrid un trabajo de síntesis que analiza el impacto del calentamiento global sobre los ecosistemas polares. La obra, publicada por la Fundación BBVA , señala que el frente de hielo retrocedió el pasado verano 18 kilómetros diarios en el Ártico, a causa de un calentamiento dos veces superior al del resto del planeta.
Este año, el deshielo podría superar este ritmo récord. Las altas temperaturas registradas en mayo, entre 2 y 3 grados superiores a lo habitual, y la escualidez de la actual capa de hielo hacen presagiar que el Sol dará un descomunal mordisco al Ártico este verano.
La rapidez del derretimiento polar ha obligado a los científicos a revisar sus predicciones. En agosto de 2007, los modelos vaticinaban un deshielo completo en 2040. Pero, la semana anterior, varios investigadores estadounidenses –entre ellos, Mark Serreze, del Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo, en Boulder , Colorado– anunciaron que la insólita imagen del Polo Norte sin hielo podría ser realidad este mismo verano. Sin embargo, a juicio de Duarte, este pronóstico “es muy improbable, aunque no se puede descartar”.
Cuando toda el agua congelada se derrita, el nivel del mar subirá cuatro centímetros. Para Duarte, no hay marcha atrás. “Para que el proceso fuera reversible habría que recuperar las antiguas masas de hielo, de 4 ó 5 metros de grosor, y para eso hacen falta milenios”, apunta.
Listos para repartirse el botín
Los datos objetivos son que la disminución de la placa de hielo en el Ártico es tal que el pasado verano se redujo en torno a 18 kilómetros diarios y que el subsuelo del Polo Norte esconde inmensas bolsas de gas natural y una cuarta parte de los yacimientos de petróleo no explotados del mundo. El calentamiento global los está sacando a la luz.
Las riquezas del botín del hielo ártico se convierten en la disputa por la extracción de diamantes y otros minerales, la pesca o una soñada ruta marítima que conecte el Pacífico con el Atlántico. De ese modo, diferentes gobiernos y multinacionales están tomando posiciones. La carrera por su conquista ya ha comenzado.
El rápido deshielo que se está produciendo en el Polo Norte amenaza al mundo. Osos polares, lobos, caribúes y cientos de miles de aves migratorias están condenados a la extinción. El equilibrio ecológico de la región se ve amenazado por el creciente ritmo de industrialización y por la explotación de minas y yacimientos de petróleo.
En juego están la conservación del Ártico y los intereses de múltiples países y corporaciones. Entre ellos, los dos gigantes, Estados Unidos y Rusia, además de Canadá, Noruega o Islandia. La repartición de este nuevo pastel pasa por su destrucción. Se han propuesto diferentes modelos, y ninguno de ellos es imparcial.
Al contrario que en el Polo Sur, en el Polo Norte no hay regulación alguna. Desde los años 60, las actividades en la Antártida están regidas por el Tratado Antártico, por lo que la exploración del continente ha quedado consagrada a la cooperación internacional y siempre con fines científicos y pacíficos. En el Ártico no hay una legislación que prohíba las actividades lucrativas, ni un organismo que vele por su protección; se ha convertido en una tierra de nadie sin leyes que la protejan.
Puntos de confrontación
Se han abierto nuevos frentes de una guerra por el control de la propiedad de los nuevos caladeros de pesca, la obtención de petróleo sin coste político y los yacimientos de minerales. Canadá podría exportar en poco tiempo más diamantes que Suráfrica; el Ártico es un riquísimo filón minero. A su vez, el mapa pesquero mundial podría cambiar y la extracción de crudo en el planeta, que ve como sus pozos empiezan a tocar fondo, mirará hacia el norte con avidez.
Unos y otros -científicos, gobiernos y corporaciones- han comenzado a mover los hilos que tienen a su alcance para explotar esta región del planeta.
El Ártico, uno de los termostatos del planeta, se encuentra más amenazado que nunca. Los efectos de su conquista, de momento, sólo son caricias de las consecuencias que se prevén. Es posible frenar los efectos más severos del cambio climático, sin embargo parece más jugoso jugar a ver quien se hace más rico.
Un nuevo Canal de Suez
Existe una especial preocupación acerca de las posibilidades que ofrecería una nueva ruta marítima entre el mar de Barents y el estrecho de Bering. La llamada Ruta del Mar del Norte, un nuevo Canal de Suez, está destinada a acortar el tiempo de navegación, con sus 5.600 kilómetros, entre Europa, la península escandinava, Rusia y el lejano Oriente.
Sin embargo, varias voces se han levantado en contra, señalando que la ruta promoverá la explotación de petróleo, gas natural y minerales en Siberia y, por tanto, aumentará el número de puertos, caminos y barcos en la región. Aunque el objetivo primario sea el desarrollo industrial, tal infraestructura acarrearía consecuencias incontrolables.
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